viernes, 3 de febrero de 2012

¿Quién paga esta ronda?


Desde hace bastante tiempo tengo en la cabeza una cuestión importante: ¿es la sociedad realmente consciente del significado y origen que tiene el dinero público que manejan nuestros dirigentes? Me hago esta pregunta porque no observo en ningún sentido la rabia y el malestar que me parecerían lógicos ante el despilfarro sistemático del que han estado haciendo gala durante muchos años los políticos desde cualquier ámbito de la Administración. Ni siquiera veo un gran sentimiento de preocupación ante estas circunstancias, simplemente se han aceptado como válidas y no causan el menos estupor.

Para hacerlo un poco más práctico, he escogido algunos ejemplos que sacan a relucir el tema del que os hablo, y las consecuencias que tienen para la población.

Por ejemplo, imaginemos que somos habitantes de la provincia de Castellón y desde nuestra diputación deciden que es totalmente necesario la construcción de un aeropuerto (otro día entraremos en las consecuencias de tener más de cincuenta aeropuertos comerciales en España, mientras otros países como Alemania tienen menos de veinte). Sin entrar en la necesidad de ese aeropuerto o no, lo más probable es que cualquier ciudadano esté de acuerdo en su construcción. Esta obra tiene un coste de 150 millones de euros, más 8 millones anuales en gastos de mantenimiento, sin contar gastos en publicidad. Resumiendo, a una familia media de cuatro miembros le costará más 1.000 euros tener ese aeropuerto. ¿Seguirían los castellonenses de acuerdo con la obra? Supongo que no, y menos aún si casi un año después de su inauguración por el aeropuerto no se han tenido todavía noticias de aviones ni pasajeros.

Pongamos otro ejemplo. Hace un tiempo, viendo el programa Salvados de Jordi Évole, comprobé como la mayoría de ciudadanos de Zaragoza estaban realmente contentos con la construcción de los edificios de la Expo 2008, aún siendo conscientes de que el único uso que se les daba en ese momento era “decorar” la ciudad. Sin entrar en el efecto económico de esa Expo, que sabemos fue bastante negativo, la edificación de todos esos pabellones le supuso a una familia media zaragozana el desembolso de 4.000 euros. Supongo que sabiendo esto, alguno dejaría de estar tan contento.

Podríamos seguir y suponer que somos de Cuenca, y la construcción y posterior retirada por inviabilidad de un carril bici le ha costado a nuestra familia 60 euros. O ser de Cambrils y saber que por culpa de la mala utilización de una subvención por parte de nuestro ayuntamiento hemos perdido 800 euros. O ser de Mazarrón y comprobar como la subida de sueldos del anterior equipo de gobiernos nos supuso un desembolso de 200 euros. Y así podríamos seguir mucho tiempo, con ejemplos específicos de despilfarro de dinero público que tienen consecuencia directa en nuestros bolsillos. O saltar a casos más generales como la sanidad, las infraestructuras,..., que requieren más análisis, pero conducen a la misma conclusión.

Con estos ejemplos prácticos quiero que seamos totalmente conscientes de que el dinero con el que se paga a nuestros políticos, con el que se hacen los edificios públicos, con el que se subvencionan todo tipo de asociaciones es dinero que sale de nuestros bolsillos. Que cuando un político se corrompe no esta haciendo otra cosa que robarnos a todos y cada uno de nosotros, no se los está quitando a un ente ficticio. Que cuando paseamos por nuestro pueblo y comprobamos como edificios que costaron una fortuna están totalmente abandonados o vemos rotondas mastodónticas, sepamos que eso se ha pagado con los impuestos que hemos ido pagando.

Nunca me he opuesto a que los políticos tengan un sueldo considerablemente alto, pues creo que deben ser personas muy preparadas para gestionar grandes presupuestos y tomar decisiones realmente importantes. El problema viene cuando estos puestos son ocupados por personas sin ninguna preparación ni escrúpulos, y siguen cobrando estos sueldos desorbitados. Ahí es cuando nos encontramos con situaciones tan esperpénticas como las que os citaba antes.

¿ Por qué ocurre esto? Muy sencillo. La profesión de político es la única, junto a la de propietario de banco, donde no se tiene que asumir ninguna responsabilidad por los errores cometidos.
¿Acaso no tendría que asumir responsabilidad un controlador aéreo si por su culpa ocurre un accidente? ¿No asumiría también su culpa un médico que tuviera una negligencia? Entonces me pregunto, ¿ por qué un político puede hacer y deshacer a su antojo, derrochando millones y millones de euros, sin tener que asumir ninguna responsabilidad? Y no estoy hablando de corrupción, ahí iría mucho más allá. Hablo de producir un daño a la sociedad por no realizar correctamente su trabajo, por el que está cobrando un sueldo increiblemente grande para las circunstancias en las que nos encontramos.

Pues si esto ocurre es en gran parte culpa de todos nosotros. Por no ser lo suficientemente conscientes de que cada una de las decisiones que toman nuestros gobernantes nos atañen directamente. Porque cuando aprueban unos presupuestos, están decidiendo lo que hacer con los impuestos que hemos pagado. Y cuando por su culpa, consciente o no, las Administraciones malgastan tantísimo en inversiones que a menudo no llegan ni a funcionar, lo que están haciendo es tirar a la basura nuestro dinero. Por ello, cuando seamos realmente conscientes de lo que suponen estas situaciones y exijamos responsabilidades inmediatas a los culpables de las misma, veremos como de la política desaparecen personas que sólo buscan lucrarse y que no están preparados para gestionar, nada menos, que el bienestar de los ciudadanos a los que representa. 

@Elfara_chico

1 comentario:

  1. Por cierto, otro ejemplo más. A cada hogar murciano la televisión 7RM le cuesta casi 200 € anuales. Es decir, casi 20€ mensuales por ver al inigualable presentador Antonio Hidalgo, escuchar los comentarios hiper-profesionales de Ruiz Vivo y tragarnos la publicidad vergonzosa de Valcárcel y su partido.

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