Es
obvio que en algunos deportes se ha gastado demasiado o se manejan cantidades
de dinero insultantes estando las cosas como están estos días. No se puede
defender el despilfarro que se hace en algunas disciplinas: fútbol, fórmula 1,
golf, etc. Ejemplos claros son el nuevo Mestalla (otra estructura de cemento
que tiene toda la pinta de convertirse en un monumento arqueológico), la deuda
de los equipos españoles de fútbol o los salarios de la fórmula 1. No todos los
deportes juegan a este juego, no se les puede criticar en ese aspecto. Algunos
dirán que ese derroche económico se justifica porque se genera en publicidad o
en asistencia de espectadores, pero si se genera, ¿por qué hay tanta deuda?
Pues porque se gastan más de lo que tienen, porque creyeron que ganarían más de
lo que ya ganaban.
Pero
hoy no estoy aquí para criticar ese exceso, si no para elogiar a todos los que
estamos detrás del espectáculo: a los aficionados. Todo se reduce a satisfacer
a los seguidores de uno u otro deporte, a que por un momento olviden sus problemas
y disfruten. Por y para ellos es por lo que existe el deporte. Con los logros
de cada disciplina deportiva se han vivido momentos inolvidables.
Todos
hemos vivido alguna vez la consecución y posterior celebración de una victoria,
de un campeonato o de una copa. Cada aficionado tiene sus recuerdos de esos
momentos, lo que vivió y sintió en aquel preciso instante (yo como uno de
ellos también, y en los últimos años en repetidas ocasiones). Ya seas
aficionado al fútbol, baloncesto, tenis, coches, motos, etc. Personas que
apoyan a diferentes equipos, a diferentes selecciones, que tienen preferencias
por unos deportistas u otros. Al final todos estamos juntos. He visto cosas
increíbles en las celebraciones multitudinarias a las que he asistido, he visto
como una persona que se cambiaría al otro lado de la calle sólo para no
cruzarse con otra que no es de su agrado, se encontraban abrazados y
cantando al unísono. Individuos que defienden diferentes ideologías, ponerse de
acuerdo en una sola, sólo para ese preciso instante. Es lo grande del deporte,
es lo que hace que sea tan importante para todos y cada uno de nosotros.
Lástima
que no en todos los deportes se vea una movilización como la que se produce con
el fútbol, es verdaderamente una pena. Pero en los últimos años se han visto
claros ejemplos de que podemos celebrar algo más que los títulos que se logren
en ese deporte (yo el primero debería tomar ejemplo de lo que estoy escribiendo
ahora mismo). Vivir con esa misma intensidad, no digo todos y cada una de las
diferentes disciplinas, algo más a parte del fútbol. Creo que todos saldríamos
ganando. Sería increíble ver a tanta gente como se vio en la noche de la final
del mundial de fútbol, celebrando un mundial o un europeo de baloncesto o, ya por
pedir lo imposible, uno de balonmano. Todo esto puede que esté muy lejos, pero
por eso mismo los seguidores acérrimos de estos deportes de “minorías” son
incluso más aficionados que lo que lo somos los del fútbol.
Ya hice
referencia en otro escrito a los aficionados de países del tercer Mundo, ellos
representan a la perfección, lo que trato de describir como concepto de
aficionado a un deporte. Disfrutan de esas cosas con un sentimiento verdadero y
encarnan la idea más básica de ser un aficionado: olvidar los posibles
problemas que uno tiene en ese momento y disfrutar de esos instantes. No solo
con la consagración de tu equipo o selección en el Olimpo de algún deporte,
sino con una simple victoria.
Todos
hemos sentido algo parecido, y no sólo los seguidores de algún deporte, quiero
creer que tanto en política, música, cine u otras aficiones que se puedan
tener, esa sensación sea la que de verdad te llene.
@javielnoval
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