Si uno tiene mucho interés en saber si los españoles han salido a la calle puede aprovechar lo poco o mucho que ha aprendido de inglés en Manchester, y leer la crónica de algún periódico británico que no tenga necesidad moral ni monetaria de tergiversar datos sobre España, como The Guardian. Y lo que he podido leer (y entender) es que ha tenido bastante más repercusión que las últimas dos, celebradas en 2010 y 2002.
Pues bien, una vez recopilados datos de
todos los medios y redes sociales posibles he llegado a la
conclusión de que los españoles han salido efectivamente a la calle
a protestar por lo que entienden supondrá una merma intolerable de
sus derechos. Hace no mucho expresé mi opinión sobre la reforma
laboral en otro artículo del blog, que resumiendo viene a ser: no va
a propiciar una reducción del número de parados y, si lograra
producir empleo, éste será totalmente precario. Es más, creo que
la única finalidad de las medidas aprobadas son facilitar el despido
y colocar a los trabajadores en una situación de total sumisión
ante los empresarios. Y por lo visto hoy, esta conclusión no es sólo
mía, sino que es compartida por millones de españoles. Menos mal!
Pero no pretendo aquí hablar acerca de
si millones de españoles piensan lo mismo que yo sobre la reforma,
ni siquiera aventurar nada sobre su conveniencia (el tiempo da y
quita razones). Hoy quiero comentar ciertos pensamientos que he ido
leyendo y escuchando a lo largo del día y que, sinceramente, me
sorprenden y me preocupan a partes iguales. Empecemos.
En primer lugar, he podido comprobar la
animadversión creciente de ciertos sectores de la sociedad hacia los
sindicatos. El problema es que no sólo proviene de sectores
ultraderechistas reducidos, ni siquiera de asociaciones
empresariales; proviene de una parte importante de la sociedad y, lo
más preocupante, de muchos jóvenes que todavía no han empezado a
trabajar. Puedo entender cierto rechazo hacia los dirigentes
sindicales, hacia sus maneras, hacia su perpetuación al cargo,...
Pero no puede entender ni compartir un rechazo frontal a la labor de
los sindicatos. Alguno de los que hoy vociferaban en contra de estas
asociaciones, ¿ conocen la importancia que éstas han tenido a la
hora de lograr mejores condiciones para los trabajadores? ¿ Saben
acaso quienes fueron los que lucharon para conseguir jornadas de 40
horas, vacaciones pagadas, un salario mínimo decente,...?
Habrán muchas cosas que se puedan
mejorar, pero la organización sindical de los trabajadores es
imprescindible, más aún en tiempos como los que estamos viviendo.
Podemos continuar con la afirmación
más repetida hoy por los que estaban en contra de la convocatoria:
“haciendo huelga no se levanta el país”. Buena reflexión. Pero
para todos los que hayan utilizado hoy tan manida frase, les dejo la
definición de huelga: “paro voluntario en el trabajo por parte de
los trabajadores con el fin de obtener ciertas mejoras laborales”.
Efectivamente, lo que se pretendía con el parón de hoy no era
levantar el país, sino presionar al Gobierno para que no deje a los
trabajadores en una situación de indefensión total ante el
empresario (ni siquiera se reclamaban mejoras laborales). Otros no
era tan tajantes y, siendo también totalmente contrarios a la
reforma laboral, no compartían la convocatoria de la huelga, por
entender que ésta no servía para nada. Ellos deberían saber que
todos los derechos de los que ahora disfrutamos no han estado ahí
siempre, sino que fueron conseguidos a través de movilizaciones,
huelgas y lucha por nuestros padres y abuelos. Así que lo de hoy, sí
puede servir para mucho.
Por otro lado, no me gusta nada la
catalogación partidista que se hace a raíz de una huelga como la
que hemos vivido. Por arte de magia, parece que los votantes de
izquierda debían estar a favor y los de derecha en contra. Y es que,
la política se ha convertido en una especie de competición donde
los hooligans de cada ideología defienden los intereses de su
partido y atacan radicalmente al contrario sin tan siquiera pararse
un poco a pensar en lo que ocurre a su alrededor. Cuando de lo que
estamos hablando es de una serie de medidas que cambiarán
completamente la relación empresario-trabajador, poco importa quién
convoque la huelga, quién está en el gobierno o a qué partido
votaste en las últimas elecciones. De lo que deben ser conscientes
los ciudadanos es de la importancia que tienen las decisiones y
medidas que se tomen durante los próximos meses, y actuar
de manera coherente con sus pensamientos, sin importar lo que diga el
político tal o el medio de comunicación cual.
Porque ese es otro de los asuntos que
quiero comentar, los medios de comunicación españoles. Éstos han llegado a un nivel de indecencia tal que podemos encontrar el mismo
día y a la misma hora, en el formato digital de dos medios
diferentes, dos visiones de la realidad tan diferentes como éstas.
Si bien nos hemos acostumbrado ya a
canalladas de este tipo, sigue siendo lamentable que un ciudadano
tenga tan complicado informarse de manera imparcial en un país
desarrollado en pleno siglo XXI. Y de esto tienen la culpa todos los
medios, de la ideología que sean. Pero no todos son iguales y,
aunque quizás lo que voy a exponer ahora tampoco sea nada imparcial,
creo que medios de comunicación como Intereconomía, en todas sus
vertientes, deberían ser directamente denunciados reclamando su
disolución.
Por último, queda algo que me ha
sorprendido enormemente, pero de manera muy grata, y es la acogida
que ha tenido la huelga general por parte de los trabajadores. Soy
honesto si digo que pensaba que no tendría mucho éxito, sobre todo
viendo el miedo que se viene instaurando desde hace algún tiempo en
la sociedad (a lo que va a contribuir más aún la reforma laboral) y
que me hacía pensar que no serían mayoría los que se atrevieran a
dejar su puesto de trabajo por temor a represalias por parte de sus
jefes. Quizás ha sido así, pero entrada la tarde y sin temor a
estas represalias, hemos podido observar las grandes ciudades
repletas de españoles reclamando soluciones contra el paro que no
dejen a los trabajadores en esa situación de subordinación total.
Si datos oficiales del Gobierno estiman en 800.000 los reunidos en
manifestaciones, imaginad cual puede ser la cifra real. Probablemente
las medidas sigan adelante sin importar el apoyo o rechazo de los
españoles, pero se ha dado un paso importante a la hora de dejar
claro a los gobernantes que no tienen carta blanca para hacer y
deshacer a su antojo.
Y aún más me ha alegrado saber que
muchos amigos y conocidos, de mi misma edad, también han estado en
esas manifestaciones reclamando los derechos que aún no les
pertenecen, pues desgraciadamente no están trabajando. Pero han
entendido, al igual que yo, que estas medidas no van a repercutir
únicamente sobre nuestros padres. Ellos llevan toda la vida
trabajando, no les quedan muchos años para la jubilación y,
esperemos más pronto que tarde, no tendrán que soportar la pesada
carga económica que les suponemos. Por tanto, las medidas que tome
ahora el Gobierno probablemente les cojan ya de vuelta. En cambio a
nosotros nos cogen de ida, incluso con el camino sin comenzar, y si
todo nos sigue dando igual vamos a empezar ese camino con muchos más
obstáculos de los que ya nos encontraríamos de por sí. Así que
acabo dando las gracias a esos amigos que hoy estaban en la calle
luchando por sus derechos, por lo de nuestros padres, y por lo míos
también.
@Elfara_chico
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