lunes, 6 de febrero de 2012

Uno de los cuatro

En 1970 el mundo recibió una noticia de la cual muchos aún no nos hemos sobrepuesto (vale, yo no había nacido y mis padres aún no estaban en edad de merecer, pero la siento igual), The Beatles confirmaban su separación. Con el sabor del Abbey Road todavía muy presente, los seguidores de la banda recibían la noticia el 10 de Abril por parte de Paul McCartney, que hizo de portavoz. Lennon hacía meses que se había marchado, y Harrison y Star no hicieron más que aceptar la noticia, que no por dolorosa menos esperada. Así pues, acababa la andanza del grupo más grande y popular que nunca ha existido. La posterior publicación de Let It Be no fue suficiente para apaciguar el dolor de los fans que todavía persiste hoy.

Pero en este caso había vida después de la muerte. Starr tenía su primer disco en solitario preparado, Lennon no tardó nada en publicar su primer single y para finales de año Harrison sorprendió al mundo con el primer álbum triple de la historia, el maravilloso All Things Must Pass. Paul McCartney, del que me toca hablar esta semana, que también tenía su debut en solitario listo para ser publicado, llamado simplemente McCartney, no se durmió en los laureles y comenzó a lanzar discos como si de churros estuviéramos hablando. Tras el aclamado Ram, formó junto al guitarrista Denny Laine y su señora esposa, la fallecida Linda McCartney, el grupo The Wings. Los demás músicos que formaron parte de la banda fueron cambiando durante la década que duró el proyecto, quedando relegados a simples mercenarios. En 1973 publicaron su obra maestra, Band On The Run.


No nos engañemos, por mucho que los discos fueran firmados por The Wings (Paul McCartney and The Wings, en algunos de ellos) el proyecto era entero de McCartney. No pongo en entredicho la influencia de Denny Laine, pero sin lugar a dudas Sir Paul dirigía el grupo a su antojo, haciendo y deshaciendo como él quería. Tanto es así que cuando la grabación de Band On The Run debía dar comienzo, dos de esos mercenarios de los que he hablado antes abandonaron el grupo y fue el propio McCartney el que grabó las partes de batería, así como sus correspondientes partes de bajo, guitarra, piano, teclados y, como no, voz, dejando para lo último los arreglos orquestales, vientos y demás, que para eso si que llamó a otros músicos (también es humano). Seguro que disfrutó de la autonomía que se encontró, ya que el disco está compuesto de diez canciones redondas todas ellas. El inconfundible sello McCartney está presente, ya desde la primera canción, titulada como el álbum. Consta de tres partes y relata la historia de un grupo de rock que se fuga de la cárcel. No hace falta entender la letra para saber que se trata de una historia, y las tres partes están enlazadas a la perfección. Le sigue la setentera Jet, posiblemente de las pocas canciones que han sido inspiradas por un perro. Podría repasarlas todas (resaltaría Let Me Roll It y Mrs Vandebilt), pero solo diré que es una muestra de todo lo que el ex-Beatle puede hacer. Se diría que Paul McCartney se encontró un día en su mejor momento compositivo y se encontró tan cómodo que decidió no bajarse de ahí en treinta años.  Otra muestra de genialidad sin igual, como siempre ha demostrado.

Tras el asesinato de John Lennon en Diciembre de 1980 a Sir Paul le entró miedo a ir de gira. Esto fue determinante para que en 1981 las discusiones con Denny Laine, que si quería hacer conciertos, dieran como resultado el final del proyecto The Wings. Si nos ponemos a repasar su carrera en solitario nos parecerán solo una anécdota más. McCartney ha escrito canciones para bandas sonoras, ha publicado discos de música clásica y música ambiental entre otras cosas, y es el cantante popular más exitoso del mundo según El libro Guinness de los récords. Sí alguien tiene alguna duda si es merecedor de tanto honor solo tiene que escuchar los discos. Melodías como Here, There And Everywhere, Lovely Rita o We Can Work It Out hacen que los oídos lloren de alegría. No me pagan para ser imparcial y si bien, aunque he querido evitarlo, no he podido ocultar mi devoción durante todo el artículo, voy a dejar de ser sutil. El director de cine Fernando Trueba dijo cuando recogió su Oscar que no creía en Dios, que él creía en Billy Wilder y algo así me pasa a mi. Cuando vuelvo a casa después de pasar la noche en una discoteca, con los oídos sangrando a base de vainas locas y ay sio ti pegus, le rezo a Sir Paul McCartney. Él nos salvará. Que muchos años nos dure.

Marcos

4 comentarios:

  1. no hace falta que pongas quien eres cabron...se nota...i love u

    por muchos toques

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  2. Marcos, demuestras una gran sensibilidad, y supongo que especialmente para la musica. Da gusto que una persona de tu edad, tenga este vasto conocimiento sobre la musica, y ademas quiera compartir con el resto. Usted va camino de ser Sir Marcos.

    From Manchester

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  3. Love, Love me do
    You know I love you...

    En 1970 yo tenía 10 años y la separación nos dio igual, ya que seguíamos oyendo los discos y más tarde bailando en el único tocadiscos que había en casa o en casa de alguna amiga...
    Hoy con 51 años sigo oyéndolos

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  4. Pero que peliculas eres marcos !!

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