Desde hace bastante tiempo tengo en la
cabeza una cuestión importante: ¿es la sociedad realmente
consciente del significado y origen que tiene el dinero público que
manejan nuestros dirigentes? Me hago esta pregunta porque no observo
en ningún sentido la rabia y el malestar que me parecerían lógicos
ante el despilfarro sistemático del que han estado haciendo gala
durante muchos años los políticos desde cualquier ámbito de la
Administración. Ni siquiera veo un gran sentimiento de preocupación
ante estas circunstancias, simplemente se han aceptado como válidas
y no causan el menos estupor.
Para hacerlo un poco más práctico, he
escogido algunos ejemplos que sacan a relucir el tema del que os
hablo, y las consecuencias que tienen para la población.
Por ejemplo, imaginemos que somos
habitantes de la provincia de Castellón y desde nuestra diputación
deciden que es totalmente necesario la construcción de un aeropuerto
(otro día entraremos en las consecuencias de tener más de cincuenta
aeropuertos comerciales en España, mientras otros países como
Alemania tienen menos de veinte). Sin entrar en la necesidad de ese
aeropuerto o no, lo más probable es que cualquier ciudadano esté de
acuerdo en su construcción. Esta obra tiene un coste de 150 millones
de euros, más 8 millones anuales en gastos de mantenimiento, sin
contar gastos en publicidad. Resumiendo, a una familia media de
cuatro miembros le costará más 1.000 euros tener ese aeropuerto.
¿Seguirían los castellonenses de acuerdo con la obra? Supongo que
no, y menos aún si casi un año después de su inauguración por el
aeropuerto no se han tenido todavía noticias de aviones ni
pasajeros.
Pongamos otro ejemplo. Hace un tiempo,
viendo el programa Salvados de Jordi Évole, comprobé como la
mayoría de ciudadanos de Zaragoza estaban realmente contentos con la
construcción de los edificios de la Expo 2008, aún siendo
conscientes de que el único uso que se les daba en ese momento era
“decorar” la ciudad. Sin entrar en el efecto económico de esa
Expo, que sabemos fue bastante negativo, la edificación de todos
esos pabellones le supuso a una familia media zaragozana el
desembolso de 4.000 euros. Supongo que sabiendo esto, alguno dejaría
de estar tan contento.
Podríamos seguir y suponer que somos
de Cuenca, y la construcción y posterior retirada por inviabilidad
de un carril bici le ha costado a nuestra familia 60 euros. O ser de
Cambrils y saber que por culpa de la mala utilización de una
subvención por parte de nuestro ayuntamiento hemos perdido 800
euros. O ser de Mazarrón y comprobar como la subida de sueldos del
anterior equipo de gobiernos nos supuso un desembolso de 200 euros.
Y así podríamos seguir mucho tiempo, con ejemplos específicos de
despilfarro de dinero público que tienen consecuencia directa en
nuestros bolsillos. O saltar a casos más generales como la sanidad,
las infraestructuras,..., que requieren más análisis, pero conducen a la misma conclusión.
Con estos ejemplos prácticos quiero
que seamos totalmente conscientes de que el dinero con el que se paga
a nuestros políticos, con el que se hacen los edificios públicos,
con el que se subvencionan todo tipo de asociaciones es dinero que
sale de nuestros bolsillos. Que cuando un político se corrompe no
esta haciendo otra cosa que robarnos a todos y cada uno de nosotros,
no se los está quitando a un ente ficticio. Que cuando paseamos por
nuestro pueblo y comprobamos como edificios que costaron una fortuna
están totalmente abandonados o vemos rotondas mastodónticas,
sepamos que eso se ha pagado con los impuestos que hemos ido pagando.
Nunca me he opuesto a que los políticos
tengan un sueldo considerablemente alto, pues creo que deben ser
personas muy preparadas para gestionar grandes presupuestos y tomar
decisiones realmente importantes. El problema viene cuando estos
puestos son ocupados por personas sin ninguna preparación ni
escrúpulos, y siguen cobrando estos sueldos desorbitados. Ahí es
cuando nos encontramos con situaciones tan esperpénticas como las
que os citaba antes.
¿ Por qué ocurre esto? Muy sencillo.
La profesión de político es la única, junto a la de propietario de
banco, donde no se tiene que asumir ninguna responsabilidad por los
errores cometidos.
¿Acaso no tendría que asumir
responsabilidad un controlador aéreo si por su culpa ocurre un
accidente? ¿No asumiría también su culpa un médico que tuviera
una negligencia? Entonces me pregunto, ¿ por qué un político puede
hacer y deshacer a su antojo, derrochando millones y millones de
euros, sin tener que asumir ninguna responsabilidad? Y no estoy
hablando de corrupción, ahí iría mucho más allá. Hablo de
producir un daño a la sociedad por no realizar correctamente su
trabajo, por el que está cobrando un sueldo increiblemente grande
para las circunstancias en las que nos encontramos.
Pues si esto ocurre es en gran parte
culpa de todos nosotros. Por no ser lo suficientemente conscientes de
que cada una de las decisiones que toman nuestros gobernantes nos
atañen directamente. Porque cuando aprueban unos presupuestos, están
decidiendo lo que hacer con los impuestos que hemos pagado. Y cuando
por su culpa, consciente o no, las Administraciones malgastan
tantísimo en inversiones que a menudo no llegan ni a funcionar, lo
que están haciendo es tirar a la basura nuestro dinero. Por ello,
cuando seamos realmente conscientes de lo que suponen estas
situaciones y exijamos responsabilidades inmediatas a los culpables
de las misma, veremos como de la política desaparecen personas que
sólo buscan lucrarse y que no están preparados para gestionar, nada
menos, que el bienestar de los ciudadanos a los que representa.
@Elfara_chico
Por cierto, otro ejemplo más. A cada hogar murciano la televisión 7RM le cuesta casi 200 € anuales. Es decir, casi 20€ mensuales por ver al inigualable presentador Antonio Hidalgo, escuchar los comentarios hiper-profesionales de Ruiz Vivo y tragarnos la publicidad vergonzosa de Valcárcel y su partido.
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