Hoy tenemos que comentar los hechos
que, desgraciadamente, se vienen produciendo en la Comunidad
Valenciana durante la última semana. Hechos lamentables, que han
provocado que nuestros padres refresquen la memoria y recuerden
tiempos pasados que, por esta vez, no nos parecen mejores. Siempre
deseo ser lo más objetivo posible pero, en este caso, creo que la
situación está suficientemente clara como para no preocuparme lo
más mínimo sobre ello.
Antes de entrar a comentar la actuación
policial; las reacciones de políticos, estudiantes, y demás grupos
implicados; o de analizar las consecuencias que pueden ocasionarse,
empezaré relatando los hechos a partir de los cuales se forma todo
este alboroto.
Y el comienzo no es otro que la serie
de recortes que los gobiernos de muchas autonomías, especialmente el
valenciano, llevan practicando desde hace algún tiempo. Más
concretamente en servicios públicos de gran importancia como
educación o sanidad. Tanto es así que, ya en el mes de enero,
muchos nos quedamos perplejos al enterarnos que un alumno había sido
expulsado al colgar en una conocida red social la siguiente foto,
donde se observa a alumnos acudiendo con mantas a clase debido al
corte de la calefacción.
Quizás muchos penséis que esta medida
no tiene una gran influencia en el rendimiento escolar del alumnado
pero no es más que uno entre tantos recortes que están afectando
gravemente a la calidad de la enseñanza de nuestro país - algún
día nos daremos cuenta de la importancia que llega a tener una
educación de calidad para el futuro de todos -. Además, quizás
observemos la gravedad del asunto cuando vayamos de urgencia a un
centro sanitario y no nos atiendan por culpa de estas medidas que os
expongo, pero tendremos tiempo para comentarlo más adelante.
Y más grave e incomprensibles me
resultan estas medidas si hablamos de la Comunidad Valenciana,
autonomía donde, recientemente, se está juzgando una de las mayores
tramas corruptas de la democracia; donde se han gastado 300 millones
de euros en un aeropuerto sin uso, casi otros 300 para ver unas
cuantas carreras de la F1 y otros 30 para recibir la visita del
manda-más de todos los cristianos,..., entro otros muchos ejemplos
de despilfarro.
Pues bien, teniendo en cuenta estos
precedentes, se me ocurre que lo mínimo que podían hacer unos
chicos con un poco de sentido común es reclamar mejores condiciones.
Y hacerlo cortando la calle durante 10 minutos varios días no me
parece, sinceramente, una gran alteración del orden público. Es
más, bastante cortos se estaban quedando. Pero no todos piensan
igual, y mucho menos los políticos de turno que piensan que su cargo
les otorga un poder divino para hacer y deshacer a su antojo - de
éstos, lamentablemente, hay muchos -. Así que la delegada de
Gobierno de la Comunidad decidió mandar a las fuerzas del orden para
controlar la situación pero, como bien es sabido, los antidisturbios
pocas veces hacen honor a su nombre. Más bien, todo lo contrario.
Entre éstos también hay muchos que creen que el uniforme les da vía
libre de actuación, y pensaron: “damos un par de porrazos por
allí, algún insulto a grito pelado, y los chavales no vuelven a
pisar la calle”.
Pero pincharon en hueso, y al día
siguiente volvieron. “Estos quieren más”, pensaron los policías
- animados por sus superiores, supongo- así que pasaron de los
porrazos a los golpes y empujones, y de los insultos a las
detenciones. Y así varios días hasta que la situación fue lo
suficientemente bochornosa, las imágenes lo suficientemente
explícitas y los jóvenes estuvieron lo suficientemente hartos, que
decidieron salir todos a la calle a defender a estos chicos que sólo
pedían estudiar en condiciones aceptables, siendo golpeados y
detenidos por ello. A partir de entonces, ministros que salen a la
palestra a dar la cara a su manera, delegada de Gobierno que abre
expedientes por si ha habido abuso de autoridad - ¿no queda claro en
las imágenes?- y policías que dejan las cargas para otro momento -
esto es lo de siempre: contra niños indefensos de 15 años reparten
sin pudor pero cuando tienen una situación de riesgo se dan media
vuelta. Alguna situación así la hemos visto todos por nosotros
mismos-.
Una vez analizados los hechos, me
gustaría comentar alguna conclusión a la que he llegado, y que
realmente me preocupan.
En primer lugar, ¿tan grave es la
situación económica de nuestro país que hace que tengamos que
soportar continuos recortes en servicios como sanidad o educación? ¿
Me tengo que creer que no hay cientos de partidas de gasto menos
importante donde recortar? ¿No serán estos recortes una excusa para
disminuir la calidad de la sanidad y la educación públicas,
haciendo realidad el deseo de muchos de incentivar fuertemente la
sanidad y la educación de carácter privado?
Continuando, me preocupa sobremanera la
prepotencia y la falta de preparación de algunos miembros de
nuestras fuerzas de seguridad. Con esto, no quiere despreciar la
enorme labor de gran parte de ellos, casi todos, que arriesgan su
vida a menudo para asegurar nuestra seguridad – dicho queda, aunque
debería darse por hecho-. Pero no es de recibo la actuación que
tienen, repetidamente, los grupos antidisturbios, y mucho menos en un
caso como éste, donde la peligrosidad de los alumnos brillaba por su
ausencia. Si actúan así ahora, ¿cómo lo harán cuando la
situación sea verdaderamente peligrosa? Ya he respondido antes,
quizás se den media vuelta.
Un apunte: intentad recordar las cargas
policiales contra el movimiento 15M en Madrid, Barcelona, y éstas en
Valencia. Los máximos responsables políticos eran, respectivamente,
PSOE, CIU y PP. Sacad conclusiones...
Mucho más preocupante que la actuación
policial en sí, me resulta la intención final con la que ésta se
ordena. Y es que tengo la impresión, imagino que compartida con
muchos, que esta respuesta desmesurada perseguía instaurar el miedo
en los alumnos y, de paso, servir como ejemplo para futuros
manifestantes. Bien es sabido que en los próximos meses se aprobarán
en España medidas que probablemente cuenten con el rechazo
mayoritario de la población - ya hemos tenido el ejemplo de la
reforma laboral-, rechazo que puede desencadenar en protestas
ciudadanas. “Si le damos leña a estos niños por una situación de
poca dimensión, más de uno se lo pensará para salir a la calle a
protestar contra futuras medidas”, creo que concluyó algún alto
cargo en su despacho. Pues si mis sospechas son ciertas, me temo que
los enfrentamientos en España no harán más que crecer durante los
próximos meses. Tiempo al tiempo.
Y por último, hubo ciertas reacciones
antes estos hechos que me decepcionaron muchísimo. Sinceramente, me
produjeron rabia e incomprensión. Pude comprobar, a través de las
redes sociales, como cientos de jóvenes de mi misma edad, o de la
edad de los estudiantes agredidos, reprobaban la actuación de éstos.
“Lo que tienen que hacer esos niñatos es quedarse en casita y
protestar menos”, llegué a leer. Pues si ante una de las pocos
actos de dignidad y de defensa de sus derechos que he podido observar
por parte de jóvenes españoles en los últimos tiempos, la reacción
de muchos de sus iguales es la crítica y el desprecio, yo ya no se
donde meterme.
Pero no todas las conclusiones son
negativas. Si es de admirar la lucha de los estudiantes, más aún si
cabe lo es la reacción de éstos ante las agresiones. Podían haber
respondido, y no sería ilógico, de manera violenta. Pero no, todo
lo contrario, por lo que desautorizaron totalmente la actuación
policial. Por tanto, me quedo con eso, con la imagen de miles de
estudiantes de instituto y universidad, con libros en la manos,
condenando juntos la brutalidad policial y pidiendo una educación de
calidad. Esta es la juventud en la que creo, esa que lucha con
firmeza para reclamar sus derechos, haciéndolo de la única forma
que sabemos, con la razón.
@Elfara_chico