Me gustaría decir que la semana pasada
no pude escribir el artículo pre fin de semana por motivos
personales y/o laborales, pero la realidad es que gandulería llama a
gandulería, y si ésta viene acompañada de los pocos días al año
en los que nuestra querida tierra mancuniana disfruta de sol, calor y
ese ambiente veraniego que tanto echo de menos, el resultado no puede
ser otro que el ya citado.
Pero no hay mal que por bien no venga,
y durante este tiempo he ido acumulando esa indignación y malestar
que no se muy bien como explicar, pero que me anima a escribir semana
tras semana. Y creo que no es nada raro que la sociedad se indigne
más y más cada día, contemplando los acontecimientos que nos vamos
encontrando. Lo realmente sorprendente es que en España no se les
caiga la cara de vergüenza a la gran mayoría de nuestros dirigentes
(de los que tienen el poder económico mejor ni hablamos), y que aún
no haya explotado esto por ningún sitio. Aunque tampoco creo que
tarde mucho, tiempo al tiempo.
A la gran lista de noticias que le
hacen a uno perder la confianza en el sistema, se ha unido este mes
el majestuoso rescate a Bankia. Al calificarlo de majestuoso no me
refiero solamente a la cantidad de dinero que nuestro Gobierno va a
destinar a tal fin, casi 20.000 millones de euros, sino también al
gran número de actuaciones indecentes y, a mi parecer, delictivas
que han sido llevadas a cabo por parte de directivos de la misma,
políticos e instituciones.
Se podría decir que todo comienza con
la fusión “fría” de varias cajas de ahorros entre finales de
2010 y principios de 2011, pero nada más lejos de la realidad. El
inicio de este desastre está situado muchos años atrás, cuando los
distintos gobiernos regionales comenzaron a utilizar las cajas de
ahorro de forma totalmente autoritaria, colocando en sus órganos
directivos a personas de “confianza” (cuando no directamente
cargos públicos del partido de turno) y usando la financiación que
éstas no podían negarles para pagar sus proyectos oficiales, y
también los ocultos. Si unimos a éstos el papel jugado por
constructoras e inmobiliarias, ya tenemos el pastel completo.
Efectivamente, Bankia no es un caso
extraño, aunque si especialmente grave. Como decíamos, esta entidad
financiera surge como consecuencia del proceso de reestructuración
de las cajas de ahorro que puso en marcha el Banco de España. A
finales de 2010, se produce la fusión “fría” de varias cajas
(esto quiero decir que cada una sigue manteniendo su marca comercial
y organismos, pero comparten la gestión), siendo las dos principales
CajaMadrid y Bancaja. Ya en este momento la entidad recibió 4.000
millones de euros. Las razones que se expusieron en su día para dar
el visto bueno a la fusión fue la siguiente: puestos a tener varias
cajas completamente intoxicadas por préstamos hipotecarios que no
van a poder cobrar, vamos a unirlas y así tendremos una gran caja
completamente intoxicada por préstamos hipotecarios que no va a
poder cobrar. La teoría de que una entidad financiara de gran tamaño
va a poder soportar mucho mejor los problemas provocados por miles de
hipotecas sin cobrar me parece, al menos, bastante dudosa. En cambio,
si lo que se pretende es hacerlas suficientemente grandes para no
poder dejarlas quebrar en momentos como el actual, entonces si están
cumpliendo su objetivo.
Para encabezar esta experiencia no se
encontró mejor gestor que el omnipresente Rodrigo Rato (que ya
dirigía CajaMadrid), cuya última experiencia había sido presidir
el FMI en los años anteriores al estallido de la crisis financiera.
Por supuesto, sin hacer nada para evitarlo. También es reconocido
como el cabecilla ideológico en temas económicos de la derecha
española. Es decir, uno de los responsables de la burbuja
inmobiliaria y, por tanto, de la situación actual de la gran mayoría
de entidades financieras.
Con estos precedentes el éxito de
Bankia era, al menos, dudoso. Lo cual quedó reflejado en el
lanzamiento a Bolsa de la entidad, que estuvo a punto de ser
suspendido por falta de inversores, quedando finalmente las acciones
a un precio bastante inferior al esperado.
Pero la situación no era aún
alarmante, o eso nos hacían creer. Desgraciadamente, los métodos
contables que pueden utilizar las empresas españolas, más aún las
grandes empresas, hacen que puedan maquillar sus balances y presentar
cientos de millones de beneficios cuando la situación es totalmente
la contraria. Por ejemplo, cuando un banco embarga una casa, puede
contabilizar ésta al precio que se estimó a la hora de conceder el
préstamo. Como es lógico, el precio de mercado actual nada tiene
que ver con aquel, pero estas pérdidas potenciales no quedan
reflejadas en las cuentas de las entidades. Gracias a esto nuestros
bancos y cajas se estaban librando de reconocer su situación real
provocada por la crisis inmobiliaria.
Pero llegó la reforma financiera, que
obligaba a los bancos a dotar provisiones por el montante que
pudieran ocasionarles las pérdidas de la situación anterior. Es
decir, tenían que “guardar” una cantidad de dinero en relación
con los préstamos hipotecarios de difícil cobro. Lógicamente,
cuanto más se hubieran endeudado, mayor debería ser la dotación. Y
aquí es donde salió a relucir el “verdadero” estado de bancos y
cajas. Entrecomillo lo de verdadero porque todavía nos espera alguna
que otra sorpresa como la de Bankia, pero al menos se empezó a
intuir por donde iban los tiros.
A pesar de la difícil situación, la
prepotencia que caracteriza la raza latina hizo que el presidente de
la entidad se apresurara a declarar que podían cumplir
tranquilamente los nuevos requisitos que planteaba la reforma, pero
nada más lejos de la realidad. Finalmente, tuvieron que admitir la
imposibilidad de hacerlo, pidiendo ayuda al Estado para evitar la
caída.
De aquí en adelante la historia es
bien conocida. Dimisión de Rato, nombramiento de Goirigolzarri,
nacionalización de la entidad, nuevas cuentas totalmente distintas a
las presentadas por la directiva anterior, la prima de riesgo
española estabilizada por encima de los 500 puntos, la cotización
de Bankia por los suelos, la Bolsa en mínimo históricos,..., y lo
que falta, pues dentro de no mucho saldrá a la luz los resultados de
las auditorías que están realizando a nuestras entidades
financieras.
Y después de todo esto, cuestionado
por los periodistas sobre la depuración de responsabilidades,
nuestro querido presidente contesta que no es momento para eso. Es
más, se da a entender, como ya ha pasado con Caja Castilla la Mancha
o la CAM, que toda esta banda de delincuentes van a salir totalmente
indemnes. ¿ Cómo que no es momento para limar responsabilidades? ¿
Cuándo lo es si no? ¿ De verdad no tienen nada que ver los
directivos de la entidad en este tremendo sinsentido? ¿ Tampoco los
anteriores responsables? ¿ Y los dirigentes políticos que manejaban
Bancaja y CajaMadrid a su antojo? ¿ Se va a permitir la desfachatez
de que un ex-vicepresidente de Bancaja cobre 14 millones de euros de
indemnización? ¿ Esperan nuestros políticos que aceptemos tanto
tomadura de pelo sin hacer nada al respecto?
Pues bien, todas estas preguntas no se
deberían formular aquí, sino en una Comisión de Investigación en
el Parlamento. Pero, cosas de la vida, únicamente IU y UPyD han
solicitado esta investigación. La excusa de los otros partidos,
resumida, es que esto puede provocar que salga a la luz las
verdaderas prácticas de la banca española y su situación real, lo
que provocaría a su vez la total desconfianza del capital extranjero
y un posible colapso de nuestro sistema financiero.
Para empezar, al intentar ocultar lo
que está pasando se provoca totalmente lo contrario, que fuera de
España vean a nuestros bancos como lo que son, un conjunto de
empresas endeudadas hasta las cejas que difícilmente podrán seguir
adelante sin la ayuda de fondos europeos. Si lo que queremos es
engañar a los inversores el mayor tiempo posible, al menos hagamos
el paripé de investigar lo sucedido en Bankia hasta que se publiquen
los resultados de las auditorías que antes comentaba.
Pero no se trata de eso. De nuevo
nuestros políticos se preocupan únicamente de su ombligo y les
importa tres pepinos las repercusiones que tienen sus acciones en el
resto de la sociedad.
El PP se niega en rotundo a cualquier
tipo de investigación acerca de lo sucedido, y no es raro. Los
problemas de Bankia son causados por las actuaciones de las dos
principales cajas de la fusión, CajaMadrid y Bancaja, controladas
por el gobierno madrileño y valenciano, respectivamente. Ambas
Comunidades gobernadas por el PP desde hace muchos años. El
presidente de la primera entidad fue hasta 2010 Miguel Blesa,
amiguísimo de Aznar, y le sustituyó en el cargo el anteriormente
citado Rodrigo Rato. Bancaja era dirigida por José Luis Olivas, que
fue nada más y nada menos presidente de la Generalitat Valenciana
durante el año de transición entre Zaplana y Camps. Es decir, por
poco que se sacara en claro en la investigación, los populares
saldrían salpicados por todos lados.
Pero las cosas no cambian mucho en la
oposición, pues el PSOE lo único que pide es que una comisión de
expertos saque conclusiones sobre lo ocurrido. De la comisión
parlamentaria ni hablar. ¿ Por qué? Pues porque los que mandaban
cuando se hizo efectiva la fusión de Bankia eran ellos, con Zapatero
al mando y Elena Salgado de ministra. Además, el gobernador del
Banco de España, que debería haber controlado un poquito todo esto,
también fue nombrado por ellos, aunque después se pelearan. Es
decir, que les salpicaría casi lo mismo.
Y los nacionalistas vascos y catalanes
tampoco están por la labor, puesto que una investigación ahora
sobre Bankia podría suponer más tarde el mismo trato hacia La Caixa
o alguna entidad vasca. Y ya se sabe que a los amigos hay que
cuidarlos bien.
¿ Conclusión? Que después de ahogar
hasta límites insospechados la Educación y la Sanidad para ahorrar,
se supone, 10.000 millones de euros, ahora se van a dar 20.000
millones a una entidad financiera sin explicar tan siquiera las
causas que la han llevado a esta situación. Y digo dar 20.000
millones porque esto, por mucho que se empeñen en hacérnoslo creer,
no es un préstamo. Esa cantidad pasa directamente al capital del
grupo y, por tanto, la única opción que tenemos los españoles de
recuperar ese dinero es que las acciones de Bankia se recuperen y
nuestro Gobierno las venda en un tiempo a un precio mayor.
Habrá quien piense, ¿ si los
problemas de las entidades vienen provocados mayoritariamente por las
hipotecas incobradas, no sería mejor ayudar a las familias a pagar
esos préstamos? Puestos a perder el dinero del contribuyente, más
justo será hacerlo así. Al menos estará más repartido. ¿Qué
puedo decir? Uno cree en la justicia y en la igualdad hasta un punto.
Y la política y sus dirigentes como medio para conseguir estos
principios suena a broma cada vez más. Sobre todo cuando, como en
este caso, nos toman por tontos.
@Elfara_chico
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