domingo, 17 de junio de 2012

Lo importante es lo que pasa en medio


Empiezo el artículo de hoy de nuevo desde un avión En este caso no es con destino a visitar a ningún amigo repartido por el mundo, sino que supone el fin de nuestra etapa de casi nueve meses en tierras inglesas. En lugar de la actualidad política, económica y social, os hablaré de otra actualidad, de la nuestra. Probablemente a casi nadie le interese lo más mínimo, pero se que alguno de los lectores disfrutará con este artículo.

Esta historia comienza el seis de octubre del año pasado. Concretamente doy por iniciada la aventura unos quince minutos antes de llegar al aeropuerto de Alicante cuando me percaté de que mis dos maletas facturadas iban perfectamente aseguradas con sus gruesos candados, cuyas respectivas llaves se encontraban en la mesa del comedor de mi casa de Mazarrón. “¡ Me cago en God!”, fue lo primero que se me ocurrió decir, pasando entonces a pensar en cómo le explicaría a un policía inglés del aeropuerto de Manchester que no podía abrir las maletas por no tener la llave de los candados conmigo. No hizo falta, pero David, Marcos, Javi y yo nos pasamos un buen rato entretenidos para conseguir abrir el dichoso equipaje.

Recuerdo muy bien la llegada a la ciudad británica: lluvia torrencial, viento considerable y no más de 10 grados. Tres horas antes, en la puerta de embarque del aeropuerto de Alicante, sudaban hasta las ranas, con un solazo de categoría y más de 35 grados. “¿ Dónde nos hemos metido?”, se oyó al poco de tomar tierra el avión.

Y donde nos habíamos metido era ni más ni menos que en una lúgubre habitación de la quinta planta del Hatters Hostel. Al menos la habitación era para los cuatro, no compartida con otros diecisiete desconocidos como le ocurrió a nuestra amiga Cristina. Ella fue una de las personas que conocimos en el citado hostal, seguro que la más importante (de hecho, acabó compartiendo hogar y aventura con nosotros), pero no la única. Recuerdo a Billy Parties, como nosotros lo apodamos, siendo manteado en medio del Footage previa iniciativa de David y del que os escribe.

No olvido los primeros cuatro días, que parecieron durar años, en los que cada mañana nos despertaba muy temprano un pitido extraño (más tarde descubrimos que se trataba del tranvía) o un teléfono sonando. Cualquiera de nosotros descolgaba y respondía: “Yes, I am” preguntado por la identidad de “el Faura Chicou” como el guiri de turno decía. De estas llamadas, todas en relación con la búsqueda de hogar, cuajó sólo una. Después de visitar la casa comimos en el Burguer “del tío de la gorra” y, mientras nos tomábamos un café en The Font, unos a otros nos convencimos de no seguir con la búsqueda, pues aquella casa del 33 de Langley Road cumplía con todos nuestros requisitos.

De esos días me vienen a la memoria el sorteo de las habitaciones, con cuatro papeletas en el tambor roto de la lavadora, y a nuestra ya amiga Cristina durmiendo en el sofá-cama. De que también era cama nos dimos cuenta el día que se iba, pero esa es otra historia.
Tampoco olvido, y seguro que los camareros tampoco, las horas y horas conectados a Internet en The Font mientras esperábamos que instalaran el wifi en casa. Las tardes primero se amenizaban con un par de pintas, más tarde con café y Coca-Cola y finalmente con un té de 1,20 libras que nos duraba cinco horas. La economía lo exigía, no iba a ser Rajoy el único haciendo recortes.

Quizás el paso que marcó nuestro camino en Manchester fue la decisión de apuntarnos a una academia de inglés. Entramos el primer día, y allí nos esperaban Tau, Jerry, Zafirow, Zahra, Elena, Cristina y Valentina, entre otros. Aunque fue Tau la primera que se acercó a hablarnos, rápidamente cogimos confianza con Valentina. Esa pequeña italiana loca nos hizo pasar muy buenos ratos desde entonces. Y lo mejor, su novio era Paolo, tanto o más loco que ella; y tanto o más buena gente, lo que no es fácil. Junto a él, sin duda, hemos pasado los momentos más divertidos durante estos meses.

A través de ellos conocimos a muchos amigos más. Los Marios, Mattia o la legión de italianos que cada fin de semana organizaban alguna fiesta multitudinaria en casa, a las que solíamos acudir. Bien es sabido que eso de las fiestas no es fruto de mi devoción (soy más de peli y palomitas) pero había que hacer cualquier esfuerzo para practicar inglés. De todas esas fiestas no faltan los instantes que retener en la memoria, desde el taconeo de Paolo, el ataque con fuegos artificiales, los bailes encima de sillas,..., hasta la mismísima aparición de Krilin en la fiesta de disfraces donde dimos en cante vestidos de Avatar.

Para entonces ya se habían unido a nosotros, también a raíz de la academia, un par de grandes fichajes. Los Coentrao y Altintop que nos hacían falta. Mikel e Iván son también parte fundamental de nuestra aventura y, gracias a ellos, hemos alcanzado una visión diferente del fútbol, de la diversión y de la vida en general. Con el primero vibramos en los partidos del Athletic y de España, y se unió al grupo tarima-perreo; con Iván disfruté haciendo frente común contra el Pep Team y, por supuesto, de nuestro viaje a Londres.

Ya apurando el tiempo conocimos a la peña Traveljigsaw, gracias a Mikel. También gracias a él nos unimos a Andrea, Amalia e Iker, que supusieron una última grata sorpresa. Y María, aunque piense que los murcianos no somos del Sur. La lástima es no haberlos conocido antes, a pesar de vivir en la calle de al lado, pues risas y buenos ratos no hubieran faltado.

En resumen, mil y una experiencias que le hacen a uno dejar atrás la aventura mancuniana con los ojos llorosos y una sonrisa en la cara. Bien es cierto que un año alejado de la familia, de los amigos, de tu pueblo,..., no es plato de buen gusto. Y que los cambios producidos hacen que ahora que vuelvo las cosas sean muy distintas a como eran. En fin, así es la vida, supongo. Un continuo aprendizaje en el que las circunstancias y personas van cambiando (algunas quedan para siempre) mientras uno intenta no cambiar demasiado ni alejarse mucho de lo que quiere ser, aunque no siempre es fácil. Todo lo contrario.

Lo cierto es que para ese continuo aprendizaje la aventura recién finalizada será tremendamente provechosa. Al igual que las amistades forjadas en este tiempo. Esas que sabes que, de una manera u otra, estarán siempre ahí. Por eso, mi recuerdo para todos los que han formado parte de mi vida en la Pérfida Albion.

Y gracias a Marcos, Mikel, Valentina, Javi, Paolo, Iván y Cristina. Gracias por cuidarme y aguantarme. Gracias por hacerme reír y estar ahí en los momentos malos. Gracias por haberme enseñado tanto. Y gracias por ofrecerme vuestra amistad sin condiciones.

Se acaba una etapa pero empieza una nueva en la que una cosa es segura: estaremos cerca de una manera o de otra. De momento, para las próximas vacaciones cambio sol y playa por volver a disfrutar de vosotros, a pesar del clima mancuniano. Eso, quizás sea lo único, no lo echaré de menos. Como dice Marcos que escuchó en una película de mierda, “los comienzos son difíciles y los finales tristes; lo importante es lo que pasa entre medias”, y todo ese tiempo ha sido increíble.

@Elfara_chico

4 comentarios:

  1. Gracias por escribir, durante vuestra estancia en tierras inglesas.....solo os pido que sigáis con el blog....y que no lo abandonéis.....Pase buenos momentos siguiendo vuestras opiniones.....Suerte para lo que venga.

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  2. un placer haberte formado parte de esta experiencia que habéis vivido en Manchester! la verdad es que las amistades lejos del hogar tienen un sabor diferente! sera porvlas circunstancias de estar solo y depender más si cabe de las amistades! un abrazo enorme y nos vemos pronto! aqui o alli, eso solo depende de quien sea más rápido en cojer los billetes! jaja

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  3. Leo esta entrada hoy 18 de octubre. Desde que me fui de Manchester tan solo un par de semanas antes que vosotros, no había vuelto a entrar en este lugar. Javi, a través de Twitter me ha hecho saber que volveis a lo grande.

    Realmente me he emocionado al leer las palabras de Ruben, y que una vez mas, me considerara de esa familia llamada 33 Langley Road. Todos dejamos nuestras familias por un tiempo en nuestro país, pero sabeis que en mi caso, dejaba a lo mas importante de mi vida, que son mis dos hijos, Bru y Luca. Sin duda fue una decisión muy dificil a nivel personal, pero creía y sigo creyendo hoy que fundamental para mi futuro personal y profesional. No cabe deciros, que para mi fuistes el pilar que me sostuvo ahi esos casi 6 meses. Que me sentí uno mas en esa casa, que me reí hasta llorar, que disfrute, que aprendí, que me sentí mas joven, que descubrí otra generación inquieta cultural, social y politicamente que me llevo a cambiar alguna perspectiva erronea.

    Y del viaje a Londres, no tengo palabras. Bueno si: uau, uaaauuuuuuu

    Para mi sereis siempre mi familia de Manchester, y así lo sabran mis hijos, que allí, en tierras lejanas, unos murcianos con un corazon enorme llamados ElFara, Javi y Marquicos, y una catalana un pelin loca, rebelde, inconformista y llena de fuerza y descaro, llamada Cristina, me adoptaron a pesar de mi barba, mi gorra y el chaleco rojo.

    Os quiero hermanos

    Ivan

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