Empiezo el artículo de hoy de nuevo
desde un avión En este caso no es con destino a visitar a ningún
amigo repartido por el mundo, sino que supone el fin de nuestra etapa
de casi nueve meses en tierras inglesas. En lugar de la actualidad
política, económica y social, os hablaré de otra actualidad, de la
nuestra. Probablemente a casi nadie le interese lo más mínimo, pero
se que alguno de los lectores disfrutará con este artículo.
Esta historia comienza el seis de
octubre del año pasado. Concretamente doy por iniciada la aventura
unos quince minutos antes de llegar al aeropuerto de Alicante cuando
me percaté de que mis dos maletas facturadas iban perfectamente
aseguradas con sus gruesos candados, cuyas respectivas llaves se
encontraban en la mesa del comedor de mi casa de Mazarrón. “¡ Me
cago en God!”, fue lo primero que se me ocurrió decir, pasando
entonces a pensar en cómo le explicaría a un policía inglés del
aeropuerto de Manchester que no podía abrir las maletas por no tener
la llave de los candados conmigo. No hizo falta, pero David, Marcos, Javi y yo
nos pasamos un buen rato entretenidos para conseguir abrir el dichoso
equipaje.
Recuerdo muy bien la llegada a la
ciudad británica: lluvia torrencial, viento considerable y no más
de 10 grados. Tres horas antes, en la puerta de embarque del
aeropuerto de Alicante, sudaban hasta las ranas, con un solazo de
categoría y más de 35 grados. “¿ Dónde nos hemos metido?”, se
oyó al poco de tomar tierra el avión.
Y donde nos habíamos metido era ni más
ni menos que en una lúgubre habitación de la quinta planta del
Hatters Hostel. Al menos la habitación era para los cuatro, no
compartida con otros diecisiete desconocidos como le ocurrió a
nuestra amiga Cristina. Ella fue una de las personas que conocimos en
el citado hostal, seguro que la más importante (de hecho, acabó
compartiendo hogar y aventura con nosotros), pero no la única.
Recuerdo a Billy Parties, como nosotros lo apodamos, siendo manteado
en medio del Footage previa iniciativa de David y del que os escribe.
No olvido los primeros cuatro días,
que parecieron durar años, en los que cada mañana nos despertaba
muy temprano un pitido extraño (más tarde descubrimos que se
trataba del tranvía) o un teléfono sonando. Cualquiera de nosotros
descolgaba y respondía: “Yes, I am” preguntado por la identidad
de “el Faura Chicou” como el guiri de turno decía. De estas
llamadas, todas en relación con la búsqueda de hogar, cuajó sólo
una. Después de visitar la casa comimos en el Burguer “del tío de
la gorra” y, mientras nos tomábamos un café en The Font, unos a
otros nos convencimos de no seguir con la búsqueda, pues aquella
casa del 33 de Langley Road cumplía con todos nuestros requisitos.
De esos días me vienen a la
memoria el sorteo de las habitaciones, con cuatro papeletas en el
tambor roto de la lavadora, y a nuestra ya amiga Cristina durmiendo
en el sofá-cama. De que también era cama nos dimos cuenta el día
que se iba, pero esa es otra historia.
Tampoco olvido, y seguro que los
camareros tampoco, las horas y horas conectados a Internet en The
Font mientras esperábamos que instalaran el wifi en casa. Las tardes
primero se amenizaban con un par de pintas, más tarde con café y
Coca-Cola y finalmente con un té de 1,20 libras que nos duraba cinco
horas. La economía lo exigía, no iba a ser Rajoy el único haciendo
recortes.
Quizás el paso que marcó nuestro
camino en Manchester fue la decisión de apuntarnos a una academia de
inglés. Entramos el primer día, y allí nos esperaban Tau, Jerry,
Zafirow, Zahra, Elena, Cristina y Valentina, entre otros. Aunque fue
Tau la primera que se acercó a hablarnos, rápidamente cogimos
confianza con Valentina. Esa pequeña italiana loca nos hizo pasar
muy buenos ratos desde entonces. Y lo mejor, su novio era Paolo,
tanto o más loco que ella; y tanto o más buena gente, lo que no es
fácil. Junto a él, sin duda, hemos pasado los momentos más
divertidos durante estos meses.
A través de ellos conocimos a muchos
amigos más. Los Marios, Mattia o la legión de italianos que cada
fin de semana organizaban alguna fiesta multitudinaria en casa, a
las que solíamos acudir. Bien es sabido que eso de las fiestas no es
fruto de mi devoción (soy más de peli y palomitas) pero había que
hacer cualquier esfuerzo para practicar inglés. De todas esas
fiestas no faltan los instantes que retener en la memoria, desde el
taconeo de Paolo, el ataque con fuegos artificiales, los bailes
encima de sillas,..., hasta la mismísima aparición de Krilin en la
fiesta de disfraces donde dimos en cante vestidos de Avatar.
Para entonces ya se habían unido a
nosotros, también a raíz de la academia, un par de grandes
fichajes. Los Coentrao y Altintop que nos hacían falta. Mikel e Iván
son también parte fundamental de nuestra aventura y, gracias a
ellos, hemos alcanzado una visión diferente del fútbol, de la
diversión y de la vida en general. Con el primero vibramos en los
partidos del Athletic y de España, y se unió al grupo
tarima-perreo; con Iván disfruté haciendo frente común contra el
Pep Team y, por supuesto, de nuestro viaje a Londres.
Ya apurando el tiempo conocimos a la
peña Traveljigsaw, gracias a Mikel. También gracias a él nos
unimos a Andrea, Amalia e Iker, que supusieron una última grata
sorpresa. Y María, aunque piense que los murcianos no somos del Sur. La lástima es no haberlos conocido antes, a pesar de vivir
en la calle de al lado, pues risas y buenos ratos no hubieran
faltado.
En resumen, mil y una experiencias que
le hacen a uno dejar atrás la aventura mancuniana con los ojos
llorosos y una sonrisa en la cara. Bien es cierto que un año alejado
de la familia, de los amigos, de tu pueblo,..., no es plato de buen
gusto. Y que los cambios producidos hacen que ahora que vuelvo las
cosas sean muy distintas a como eran. En fin, así es la vida,
supongo. Un continuo aprendizaje en el que las circunstancias y
personas van cambiando (algunas quedan para siempre) mientras uno
intenta no cambiar demasiado ni alejarse mucho de lo que quiere ser,
aunque no siempre es fácil. Todo lo contrario.
Lo cierto es que para ese continuo
aprendizaje la aventura recién finalizada será tremendamente
provechosa. Al igual que las amistades forjadas en este tiempo. Esas
que sabes que, de una manera u otra, estarán siempre ahí. Por eso,
mi recuerdo para todos los que han formado parte de mi vida en la
Pérfida Albion.
Y gracias a Marcos, Mikel, Valentina,
Javi, Paolo, Iván y Cristina. Gracias por cuidarme y aguantarme.
Gracias por hacerme reír y estar ahí en los momentos malos. Gracias
por haberme enseñado tanto. Y gracias por ofrecerme vuestra amistad
sin condiciones.
Se acaba una etapa pero empieza una
nueva en la que una cosa es segura: estaremos cerca de una manera o
de otra. De momento, para las próximas vacaciones cambio sol y playa
por volver a disfrutar de vosotros, a pesar del clima mancuniano.
Eso, quizás sea lo único, no lo echaré de menos. Como dice Marcos
que escuchó en una película de mierda, “los comienzos son
difíciles y los finales tristes; lo importante es lo que pasa entre
medias”, y todo ese tiempo ha sido increíble.
@Elfara_chico
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Gracias por escribir, durante vuestra estancia en tierras inglesas.....solo os pido que sigáis con el blog....y que no lo abandonéis.....Pase buenos momentos siguiendo vuestras opiniones.....Suerte para lo que venga.
ResponderEliminarMuchas gracias!!
ResponderEliminarUn abrazo!!
un placer haberte formado parte de esta experiencia que habéis vivido en Manchester! la verdad es que las amistades lejos del hogar tienen un sabor diferente! sera porvlas circunstancias de estar solo y depender más si cabe de las amistades! un abrazo enorme y nos vemos pronto! aqui o alli, eso solo depende de quien sea más rápido en cojer los billetes! jaja
ResponderEliminarLeo esta entrada hoy 18 de octubre. Desde que me fui de Manchester tan solo un par de semanas antes que vosotros, no había vuelto a entrar en este lugar. Javi, a través de Twitter me ha hecho saber que volveis a lo grande.
ResponderEliminarRealmente me he emocionado al leer las palabras de Ruben, y que una vez mas, me considerara de esa familia llamada 33 Langley Road. Todos dejamos nuestras familias por un tiempo en nuestro país, pero sabeis que en mi caso, dejaba a lo mas importante de mi vida, que son mis dos hijos, Bru y Luca. Sin duda fue una decisión muy dificil a nivel personal, pero creía y sigo creyendo hoy que fundamental para mi futuro personal y profesional. No cabe deciros, que para mi fuistes el pilar que me sostuvo ahi esos casi 6 meses. Que me sentí uno mas en esa casa, que me reí hasta llorar, que disfrute, que aprendí, que me sentí mas joven, que descubrí otra generación inquieta cultural, social y politicamente que me llevo a cambiar alguna perspectiva erronea.
Y del viaje a Londres, no tengo palabras. Bueno si: uau, uaaauuuuuuu
Para mi sereis siempre mi familia de Manchester, y así lo sabran mis hijos, que allí, en tierras lejanas, unos murcianos con un corazon enorme llamados ElFara, Javi y Marquicos, y una catalana un pelin loca, rebelde, inconformista y llena de fuerza y descaro, llamada Cristina, me adoptaron a pesar de mi barba, mi gorra y el chaleco rojo.
Os quiero hermanos
Ivan