viernes, 6 de abril de 2012

Y al final, lo importante eran las personas


Escribiendo sobre los recientemente presentados Presupuestos Generales del Estado, me he enterado de la noticia del suicidio de un jubilado griego frente al Congreso de su país. Aunque, como a casi todos, la noticia me ha cogido por sorpresa y me ha producido un fuerte impacto, he comprobado que no es un hecho aislado en el país heleno, ni mucho menos. En los últimos años, Grecia ha pasado de ser el estado europeo con una menor tasa de suicidios, a encabezar esta macabra lista. Y esto no se debe a ninguna catástrofe natural, ni a las secuelas de ninguna guerra; es, ni más ni menos, consecuencia directa de la crisis económica que nos afecta a todos, con especial crueldad a los griegos. De ahí el título del artículo, pues lo que empezó siendo una crisis de grandes empresas y bancos, se ha convertido en un cúmulo de situaciones personales dramáticas.

Y los representantes políticos, cuya misión principal debería ser evitar en todo lo posible que sus ciudadanos tengan que vivir situaciones como ésta, nos dejan desamparados y se preocupan únicamente de intentar contentar a los mercados, al BCE, a las agencias de calificación y a toda esta panda de carroñeros neoliberales que se están enriqueciendo a costa del sufrimientos de la sociedad.

Un paso más en este sentido, si ya eran pocos, son los presupuestos que hace unos días presentaron la vicepresidenta junto con los responsables de Industria, Hacienda y Economía (al Presidente, como de costumbre, no se le vio la barba). Quise hacer el esfuerzo de escuchar completamente la rueda de prensa, y casi lo consigo, pero el asco que me produjo oír la risas y bromas de los ministros, al mismo tiempo que enterraban un poco más el futuro de los españoles no me lo permitió. En Italia, al menos, la ministra de Trabajo rompió a llorar en su comparecencia, conocedora de las consecuencias que iban a suponer las medidas tomadas. Los nuestros ni siquiera tienen esa decencia.

Pasando a analizar los presupuestos, es complicado encontrar algún punto con el que no estar en desacuerdo. El único objetivo que han pretendido alcanzar con los mismo es llevar a cabo una reducción brutal del déficit público, como así han ordenado desde la UE. Y ni esto se va a conseguir, pues las medidas van a contraer tanto la economía que, a pesar de los recortes, será muy difícil alcanzar el objetivo de 5,3% que se ha dictado desde Europa. Los que todavía defienden que ésta es la única manera de afrontar la crisis llevan mucho tiempo dándose de bruces contra la realidad, y en España ya no esperamos crecer ni parar la sangría de parados hasta más allá del 2013.

A pesar de la gran confianza que tienen en Rajoy sus colegas de la UE, la inmensa preparación de sus ministros, y la creatividad y efectividad de sus medidas, parece que la situación española no va a hacer más que empeorar. Pero claro, esto seguirá siendo durante muchos años culpa "del tío de la ceja" (concretamente hasta que nuestra economía empiece a crecer y descienda la tasa de paro).

Obviando todo el párrafo anterior y dando por hecho que es absolutamente necesario para nuestra recuperación un recorte de 27.000 millones de euros, la decisión de más calado era de dónde recortar esos 27.000 millones. En este sentido, lo único que puedo decir de los presupuestos es que me parecen repugnantes, inadmisibles, y absolutamente ineficaces. Y me lo parecen, por muchos motivos. Primero, porque no hacen más que incrementar el principal problema de nuestra economía, el número de parados. Segundo, porque son totalmente incoherentes con otras medidas aprobadas por el mismo Gobierno y con sus declaraciones cuando estaban en la oposición. Y, por último, porque algunas de las medidas son absolutamente injustas y suponen otro golpe más para el futuro de clases medias y bajas.

Ya nos podemos dar cuenta de todo ello solamente observando el plan estrella de los presupuestos: amnistía fiscal para que los que han estado defraudando al fisco durante años y años puedan declarar (o mejor dicho, blanquear) ese dinero sin ninguna consecuencia penal, pagando sólo una “multa” del 10%. Explicado de manera práctica: imaginad dos autónomos que comenzaron su carrera laboral al mismo tiempo, los dos con mucho éxito. El primero de ellos, puesto que ganaba mucho dinero, pagaba cada año por el IRPF un 52% de sus beneficios. En cambio, el segundo prefirió no declarar gran parte de su dinero, llevando éste a cuentas de países extranjeros, paraísos fiscales, o guardándolo a la vieja usanza “debajo de la losa”; por tanto, sólo pago IRPF por la pequeña parte de sus beneficios que había declarado (encima un porcentaje inferior, pues sus ingresos declarados eran menores). Ahora, con la medida aprobada, el segundo de ellos podrá “blanquear” todo el dinero que había defraudado durante estos años sin ninguna consecuencia penal y, además, sólo tendrá que pagar una multa del 10% de ese dinero, en lugar del 52% que fue pagando cada año el primer autónomo.

Supongo que todos pensamos que esta medida es tremendamente injusta y supondrá un acicate para aquellos que se jactan de declarar a Haciendo “lo que les da la gana”. Además, su repercusión sobre las arcas del Estado, aún cumpliéndose las optimistas perspectivas de recaudar 2.500 millones, parecen insignificantes comparadas con otras cifras (por ejemplo, sin intención de resultar pesado, se calcula que la Iglesia Católica deja de pagar cada años en impuestos como “la contribución” o el de donaciones más de 5.000 millones). El Gobierno sabe bien lo injusta e ineficaz que es la medida, y así lo dejaron patente hace poco más de un año cuando se rumoreaba que el ejecutivo socialista haría lo mismo. Pero recordemos, como dato anecdótico, que los actuales ministros de Hacienda y de Economía eran socios de una de las más importantes asesorías fiscales del país y, probablemente, muchos de sus clientes serán ahora los más favorecidos.

Si seguimos echando un vistazo a las partidas de gasto, vemos como algunas de ellas no sólo han sido recortadas, sino directamente reducidas a cero. Es decir, no van a recibir ni un sólo euro. Entre éstas, las que más me han indignado son las de ayudas para personas dependientes, el fondo de integración de inmigrantes, o la lucha contra el sida. Lo que el Gobierno viene a decirnos es: “en estos tiempo de crisis, los inmigrantes, las personas dependientes y los enfermos de sida nos importan una mierda. Que se las apañen como puedan”. Así de simple, y así de duro.

Seguro que muchos habéis escuchado infinidad de veces que el problema principal de la economía española es su falta de productividad y de cualificación. Y para lograr incrementar la productividad de una economía no hay más salida que multiplicar las inversiones en I+D+i e incentivar la educación superior. Aquí también se han lucido: recortes de más del 20% en Educación, incluyendo una reducción del 60% en gastos universitarios y de 160 millones en becas; 2.000 millones menos para Investigación; reducción del 10% en las deducciones empresariales (estas deducciones sirven para incentivar a las empresas a la hora de compaginar sus actividad ordinaria con otras relacionados con investigación, conservación de obras culturales,...). Es decir, en los próximos años estaremos, más aún, a la cola de los países desarrollados en cuanto a educación, investigación y, por consiguiente, en cuanto productividad. Justo lo que nuestra economía necesita para reactivarse...

Pero podemos seguir. En tiempos como los actuales donde adquirir una vivienda se hace a veces imposible por la falta de crédito y con un sector inmobiliario totalmente paralizado, ¿ sabéis que decide nuestro Gobierno? Reducir un 42% las ayudas para acceso a la compra y alquiler de viviendas.

Y, por si todo esto era poco, me tocó escuchar al ministro Montoro explicar por qué van a recortar en 1.500 millones de euros las políticas activas de empleo, las cuales sirven para incentivar y fomentar la contratación, desarrollar programas de formación o facilitar la movilidad geográfica, entre otras muchas actividades. Pues dijo el señor ministro que no se pueden mantener algunas actuaciones sólo porque el nombre quedo bonito, y se quedó tan ancho. Si estas actuaciones no son importantes con más de 5 millones de parados, apaga y vámonos. Pero es más, choca frontalmente con muchas de las medidas aprobadas en la reforma laboral, donde se bonificaban a empresas con dinero público para favorecer la contratación. Es decir, por un lado se ofrece dinero público a empresas y, por el otro, se reduce el dinero que debería ir destinado a esos fines. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen.

Si ya de por sí todos estos presupuestos producen rabia y preocupación, estos sentimientos se recrudece cuando uno los cruza con otros datos. Por ejemplo, los recortes en el ministerio de Presidencia, en la Casa Real y en la Iglesia Católica han sido, respectivamente del 3,8%, 2% y 0%. Y, como dijimos antes, cobrando los impuestos de cualquier otra sociedad a la Iglesia se recaudarían más de 5.000 millones; los equipos de Primera división deben a Hacienda más de 700 millones de euros, y siguen aumentando la cifra; una buena parte del gasto público va destinado exclusivamente al pago de intereses, muchos de ellos creados por el dinero prestado por este Gobierno y el anterior a bancos que ahora se niegan a dejar fluir el crédito; por cierto, se ha decido no introducir ningún tipo de impuesto a grandes fortunas, ni a empresas con muchos beneficios, ni a los propios bancos. Y así podríamos seguir un buen rato con datos y datos que no harían más que aumentar nuestro malestar.

Y esto no debe preocuparnos porque bajen las Bolsas, suba la prima de riesgo, España entre en recesión o las agencias de rating nos den una mala calificación. La crisis ha dejado de ir por ahí. Ahora la preocupación se debe centrar en la sociedad. En familias con todos sus miembros en paro que resisten gracias a la ayuda de familiares y amigos; en personas desahuciadas de las casas que han estado pagando durante muchos años y que ahora no tienen donde ir; en personas dependientes que ven como les retiran la única ayuda que tenían; o en jóvenes que no podrán estudiar si no reciben la beca correspondiente. Esta crisis social de la que hablo se ha formado por culpa de la económica, y por la mala gestión que nuestros dirigentes han hecho de ella. Y es tan dura y tan cruel como para que un jubilado griego que vivía de forma tranquila decida suicidarse delante del Parlamento, según la nota que dejó, por no acabar buscando comida entre la basura. Para que en España la situación sea tan dura no queda mucho, así que lo único que nos queda es reflexionar profundamente sobre ello y actuar antes de que sea demasiado tarde.

@Elfara_chico

2 comentarios:

  1. Esto no ha hecho más que empezar. El ministro Guindos anuncia hoy que habrá más recortes en sanidad y educación...
    Pues nada, nos iremos a la privada, como ellos...

    ResponderEliminar
  2. A pesar de mi distancia ideológica con usted, le felicito por el artículo. Sobretodo, recortar en educación y sanidad es una salvajada mientras en otras superfluas casi no se recorta....o se omiten fiscalmente como usted bien dice, sin olvidar que educacion y sanidad son comptencias de CCAA y no de estado. La pregunta es xq algunas CCAA otganizan tan bien estas 2 competencias y otras tan mal.....con recursos similares.....

    Yo lo que recortaría es dinero a la Junta de Andalucia, xq despues de 37 años de democracia no han sido capaces de desarrollar un modelo de crecimiento basado en sus propios recursos, y sí chupando del bote de otros. Que facil es hablar cuando el entrecot te lo pagan otros durante mas de 30 años...

    En cuanto a I+D+i, parece que es la solucion a todo, pero este concepto sin politica industrial y sin politica educativa unica y coherente no sirve de nada. Estas tres politicas, debenr ir de la mano, y son la base de cualquier pais que quiera estar realmente desarrollado. Hasta la fecha el cortoplacismo y las ansias de poder de todos los politicos, cualquier que sea su color, nos han llevado al tocho y cutreturismo, y no a la excelencia.....así que la culpa es de los ciudadanos por permitir la clase politica que tenemos. todavia nos pueden los vencedores y vencidos, y asi, nunca seremos nadie ni llegaremos a buen puerto

    ResponderEliminar