Poco han tardado en subirse otra vez al
altar a lanzar las mismas proclamas que hace 60 años. En realidad,
nunca dejaron de hacerlo, pues ni siquiera los gobiernos de izquierda
tuvieron lo que hay que tener para callarles la boca y dejarles claro
cuál es su lugar, pero me da la sensación que ahora se sienten más
impunes que nunca. Por ello, tenemos que soportar ver por la cadena
pública (esa misma que, perteneciendo a un país laico, tendría que
televisar actos de todas las religiones que se profesen en el país
o, mejor aún, de ninguna) como el obispo de Alcalá se suelta la
melena y declara lo que podéis escuchar a continuación.
Efectivamente, dice el señor obispo
que “los homosexuales, para comprobar su condición, se corrompen o
se prostituyen, o van a clubes de hombres nocturnos. Encontrarán el
infierno”. Los gays y lesbianas que conozco, señor obispo, no se
han corrompido ni han acudido a clubes nocturnos para comprobar su
condición. Y, por supuesto, no se han prostituido. Seguramente sí encuentren el infierno, pues mejor estarán allí que en el cielo que
usted predica. Para comprobar su condición no les hizo falta más
que enamorarse o sentirse atraídos por alguien de su mismo sexo. Lo
que me resulta más curioso es saber de dónde saca usted tanta
información acerca de la vida privada de los gays, pues parece que
conoce bien de lo que habla. Pero, lógicamente, no le juzgaré por
eso, que los obispos también se merecen una noche loca de cuando en
cuando.
En cambio, he de juzgarle por lo que
significan sus palabras. Desgraciadamente, aún muchas personas les
toman a ustedes los dirigentes católicos como referente morales, y
con esos valores católicos educan a sus hijos. Por tanto, lo que
provocarán sus palabras será que muchos de los fieles que acuden a
escucharle piensen (o sigan pensando) que los homosexuales son seres
indeseables, con una categoría moral inferior, pobres enfermos que
necesitan ayuda para poder curarse, u cualquier otro exabrupto de
los que suelen lanzar desde los altares. Y esos hijos que escuchen a
sus padres descalificar a los homosexuales irán al colegio, e
insultarán a su vez al compañero gay o la compañera lesbiana.
Pero este no es el mayor problema con
el que nos podemos encontrar. En España, aún estando muy alejados de
la igualdad total entre heterosexuales y homosexuales, la situación
es mucho mejor que en otros países. Sin ir más lejos, el mes pasado
en Chile, unos neonazis torturaron y asesinaron a un joven de 24 años
por el simple hecho de ser gay. Así de duro. Hablamos de Chile, uno
de los países más avanzados de Sudamérica, no estamos hablando de
ningún país islámico donde la homosexualidad sigue estando
condenada con la pena de muerte. Y no hablamos de cuatro locos que
matan al primero que pasa, hablamos de cuatro hijos de puta que matan
a un chico porque creen que es un pervertido, un indecente. Sin
ninguna intención de relacionar los actos, declaraciones como la del
obispo no hacen más que contribuir a que parte de la población
tenga esa clase de pensamientos homófobos.
Sin embargo, no quiero centrarme hoy en
hechos puntuales tan desagradables, sino denunciar desde aquí la
falta de normalidad que aún en pleno año 2012 siguen teniendo que
sufrir los colectivos de gays, lesbianas y transexuales. A pesar de
que, como decía antes, la situación legal que se encuentran en
España es prácticamente equiparable a la de los heterosexuales, no
es esto lo común en todos los países desarrollados, ni tampoco esta
igualdad legal se refleja en la sociedad española.
Podemos ver el grado de igualdad legal
entre homosexuales y heterosexuales contemplando este par de
gráficos.
En el mapa de arriba, los países
coloreados en azul oscuro representan aquellos donde esta aprobado el
matrimonio homosexual; en azul claro, aquellos donde existen las
uniones civiles entres parejas del mismo sexo (no matrimonio); y en
gris, los países donde no se permiten las uniones legales de este
tipo. En rojo y naranja encontramos los países donde la
homosexualidad está penada, pero no perderemos el tiempo ni en
analizarlo.
Me resulta totalmente decepcionante que
sólo esté aprobado el matrimonio de parejas del mismo sexo en
España, Portugal, Países Bajos, Islandia, Suecia, Noruega, Canadá,
Argentina y Sudáfrica. Otros países que fueron pioneros en la
consecución de libertados sociales como Reino Unido, Francia o
Alemania únicamente contemplan las uniones civiles (parejas de
hecho). Pero más indignante aún es que países como Italia, Estados
Unidos (casi todos sus estados), Grecia o la mayoría de países del
Este, no permitan ningún tipo de unión entre personas del mismo
sexo. Simplemente lamentable.
Vamos un paso más allá contemplando
el siguiente gráfico, donde en color morado aparecen los países en
los que la adopción de niños por parte de parejas homosexuales está
aprobada, y en verde los países en los que uno de los miembros de la
pareja puede adoptar al hijo del otro miembro. En el resto de países
no hay ninguna posibilidad de adopción conjunta.
La imagen lo dice todo, en poco más de
una decena de países de todo el mundo existe alguna posibilidad de
adopción por parte de parejas homosexuales. Vemos que en Europa sólo
se contempla esta alternativa en España, Países Bajos, Reino Unido
y península escandinava. Una vergüenza de tamaño sideral, aunque
por una vez los españoles podemos orgullecernos de estar en el lado
de las libertades (no hace falta recordar quién aprobó estas leyes
sobre matrimonio y adopción, y quiénes tiene puesto un recurso en su
contra en el Tribunal Constitucional).
Los discursos en contra de la adopción
giran desde el incoherente e incierto “hacen falta las figuras
paterna y materna, ambas imprescindibles” hasta el patético,
insultante e irrisorio “si los padres son maricones, el hijo saldrá
también maricón”. Aunque no sería necesario, pues el sentido
común habla por sí mismo, en escasas ocasiones existe un consenso
tan amplio en cualquier tema de las ciencias sociales: todos los
estudios independientes realizados durante 25 años avalan la conveniencia
de la adopción por parte de parejas homosexuales.
Y si en el ámbito legal los obstáculos
son patentes, en el social más aún. Según distintas encuestas,
sólo en Países Bajos y en Suecia más de la mitad de la población
está a favor de este tipo de adopción. En España o Alemania, sólo
4 de cada 10 habitantes lo aprueban. En Francia o Reino Unido no
llegan a un tercio, y en Italia ni una cuarta parte.
Estos datos muestran gráficamente que
vivimos todavía en una sociedad conservadora, temerosa a la
evolución, intransigente ante lo que no entiende. Vivimos en una
sociedad en la que palabras despreciables como las del obispo de
Alcalá no sólo son totalmente impunes, sino que se retransmiten en
la televisión pública. Una sociedad donde los que no tienen el valor
suficiente para “salir del armario” son los primero en utilizar
la palabra maricón en tono despectivo; donde ningún futbolista ha
sido capaz de decir soy gay, y habrá habido mas de uno. Donde se
permite que un periodista (de Intereconomía, por cierto) pida que se
retire de la Sanidad Pública las operaciones de cambio de sexo
“porque los españoles no tenemos que pagar las perversiones de
nadie”.
Y, como he dicho antes, en este tema
parece que los españoles damos algún síntoma de madurez. En otros
países desarrollados, la situación es mucho peor, y los colectivos
de gays, lesbianas y transexuales sufren discriminación, rechazo o
agresiones de cualquier tipo. Muy mal tienen que estar las cosas para
que en pleno siglo XXI se juzgue aún en la sociedad occidental a las
personas por su orientación sexual.
Por eso me resulta despreciable cuando escucho a alguien hablar desde la ignorancia, con desprecio, de forma insultante o intentando hacer motivo de mofa acerca de este tema. Ante estas situaciones, la única respuesta puede ser callarles la boca, lo mismo que alguien debería haber hecho con el señor obispo.
@Elfara_chico
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Judgar a una persona por su orientacion sexual deberia ser tan reprobable y perseguido como por su color de piel. Desgraciadamente en el siglo 21 aun no es asi. Y mensajes tan alentadores de violencia y odio, como el de este representante de la iglesia, quedan impunes. ¡Vergonzoso!
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