En 1996, Weezer dejaban de lado el sonido popero que les
había llevado a la cima y se ponían a rabiar. Esto dio lugar a uno de los
discos de culto de los 90. Así nació Pinkerton, un disco que desde la primera
escucha tiene el sabor de un clásico.
Formados en Los Angeles en 1992 y capitaneados por el
excéntrico Rivers Cuomo, Weezer encontraron la fama con su disco debut The
Blue Album. Tuvieron el mundo a sus pies gracias a singles como Buddy Holly y Undone–The Swaeter Song. Tras las consecuentes giras y el merecido
descanso, en 1994 empezaron a gestar un nuevo disco a partir de las cenizas de
una ópera rock que Cuomo intentó escribir (Songs from the black hole) y el
resultado fue un álbum oscuro, con guitarras ruidosas y gritos, mucho más cerca
del grunge que de los grupos melódicos que empezaban a surgir. Las canciones
hablan de traumas sexuales, de fracaso y
de frustración, y en lugar de las alegres melodías de su predecesor prima la
crudeza y la distorsión. Weezer parecían un grupo muy distinto al de cuatro
años atrás.
Me fascina la historia de este disco. A pesar de las buenas ventas iniciales que
hicieron que llegara a las posiciones altas del Billboard americano, se le
consideró un fracaso comercial y de crítica, tanto que la revista Rolling Stone
lo clasificó como “uno de los peores discos de 1996”. Esto hizo que apenas
fuera radiado y que la discografía no se molestara en su promoción. Hubo quien
hablaba del grupo como un “one hit wonder”, término que se le aplica a las
bandas que tras un gran éxito desaparecen. Como consecuencia, el grupo acabó
separándose y todo el mundo les diera
por acabados. En 1998, a través de internet, los fans del grupo clamaban por su
vuelta y alababan el disco, que se había convertido ya en disco de culto.
Y es que no tiene desperdicio. Ya te engancha desde el minuto uno gracias al
atronador riff de bajo de Tired Of Sex, las guitarras chirriantes de
Getchoo o la pegadiza The Good Life. El single Pink Triangle es uno de
los mejores del grupo, que combina una deliciosa melodía con fuertes
guitarras, cosa que se convertirá en el sello personal de la banda. Cierra la
bonita Butterfly, una balada acústica, la única parte del disco que nos
recuerda que un día fueron unos chicos dulces.
Tras la vuelta del grupo en 1999, han lanzado multitud de
discos, convirtiéndose en una banda muy
prolífica, muchos de ellos grandes discos. The Green Album, Maladroit o el
magnífico Make Believe son unos claros ejemplos. Pero nunca han llegado a
superar la grandiosidad de Pinkerton, donde todo lo bueno del grupo se une en
un cóctel explosivo magistralmente mezclado. Entiendo si alguien prefiere The
Blue Album, del que por supuesto soy gran fan, pero personalmente me quedo con
Pinkerton. 34 minutos que te sacuden por dentro y de los que ya nunca puedes
olvidarte.
Marcos
Marcos
mucha razón.......
ResponderEliminarAsiento
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