Para empezar he elegido un tema que,
siendo de gran importancia en mi humilde opinión, parece no
levantar las mismas inquietudes en la sociedad. Me refiero al
incontenible e insostenible poder del que llevan demasiado tiempo
haciendo gala los mal llamados “mercados”. No sabemos muy bien
quiénes son, dónde están, desde cuándo tienen ese poder,... Nadie
parece capaz de controlarlos, pero rigen sin ningún pudor mi destino
y el de todos vosotros. Y lo seguirán haciendo por mucho tiempo,
mientras nadie tenga las agallas y la honradez necesarias para
pararles los pies.
Para simplificar el asunto y no
aburriros demasiado os propongo un pequeño juego:
Imaginad que nosotros somos parte de
esos “mercados”. Pero no somos una parte cualquiera, tenemos gran
importancia. Disponemos de muchísimo dinero, y queremos ganar
muchísimo más. Somos uno de esos hudge funds (me parece más justo
llamarlos fondos de alto riesgo) o bancos de inversión que hace unos
años nos cargamos de un plumazo el sistema financiero de muchos
países.
Lo hicimos concediendo créditos por
doquier, sin preocuparnos lo más mínimo por la solvencia del
prestatario, ganando mucho dinero con los intereses; después jugamos
con esos créditos hipotecarios, intercambiándolos a nuestro placer,
y seguimos ganando dinero; más tarde, viendo que todo esto se nos
caía encima, apostamos contra nuestro propias compañías (si, esto
se puede hacer), y nos seguimos forrando. Arruinamos la vida de un
montón de personas que quedaron sin casa, sin ahorros y con una
deuda imposible de pagar. Pusimos en riesgo (el cual está aún está
muy presente) el futuro de varios países, pero a pesar de esto no
hemos sufrido ninguna consecuencia. Al contrario, nos seguimos
beneficiando.
¿Cómo lo hacemos? Muy sencillo. Esos
mismos países que pusimos en apuros, necesitaban y necesitan mucho
dinero para poder superar esos apuros. Nosotros teníamos mucho
dinero y decidimos aprovechar esta nueva oportunidad. Pero antes de
nada tuvimos que encargarnos de que nadie quisiera prestarle dinero a
esos países, así nos deberían pagar muchos más intereses por el
nuestro.
¿Y cómo hacer que ningún pequeño
inversor le prestara dinero a estos países? Pues también fue fácil.
Les hicimos ver que esos países estaban al borde de la ruina, que
sus sueldos peligraban, que era casi imposible salir de ésta. Y para
ello nada más fácil que utilizar los medios de comunicación que
desde hace mucho controlan grandes corporaciones, esas mismas que
dependen de nuestro dinero para seguir adelante. La maquinaria se
puso en funcionamiento y en poco tiempo toda la sociedad estaba
convencida que el mundo se acababa (incluso antes de lo que
predijeron los mayas).
Pero aún quedaban cabos por atar.
Podía surgir algún político que no estuviera todavía bajo nuestro
control, con la honradez y valentía suficiente para ponernos en
nuestro lugar. Pero tampoco fue muy complicado arreglar este pequeño
detalle.
Teníamos bastante experiencia a la
hora de colocar personas de nuestro interés en las instituciones. De
hecho, anteriormente habíamos conseguido que Henri Poulson, el que
fuera presidente de una de nuestras organizaciones, Goldam Sachs,
ocupara el cargo de Secretario del Tesoro de Estados Unidos con G.W.
Bush; también teníamos experiencia en la presidencia de Italia,
cargo que ocupó durante un tiempo Romani Prodi, el cuál también
formó parte de nuestros grupos.
Por tanto, nos pusimos manos a la obra
y conseguimos colocar a Mario Draghi como nuevo presidente del Banco
Central Europeo. Fue una gran alegría, pues este señor fue
vicepresidente operativo (es decir, que tomaba decisiones) de Goldman
Sachs, precisamente durante la época en la que esta consultora-banco
de inversión asesoró a Grecia para que falsificara sus cuentas
públicas con el fin de engañar a la UE. También colocamos a
nuestro antiguo colaborador, Mario Monti, como presidente de Italia.
No hizo falta ni hacer elecciones, pues nos habíamos encargado de
poner al país transalpino al borde del rescate, por lo que sus
ciudadanos aceptaron sin rechistar.
En Grecia tuvimos más dificultades, a
pesar de que teníamos al país sumido en la desesperación. Su
presidente decidió poner resistencia, y consultar al pueblo en un
referéndum que planteaba aceptar o no las medidas que queríamos
imponerle. No tuvimos más remedio que ejercer nuestra presión para
hacer dimitir al señor Papandreu y colocar en la presidencia
(tampoco hicieron falta elecciones) a Papademos, que colaboró con
nosotros en el maquillaje de las cuentas griegas.
En Alemania y Francia no tuvimos ningún
problema, puesto que nos unen grandes lazos de amistad con sus
presidentes. Y en otros lugares fueron los electores los encargados
de hacernos el trabajo sucio. Gracias a ellos, al frente del
Ministerio de Economía español está el antiguo presidente de
Lehman Brothers en España y Portugal.
Una vez que hemos resuelto todos estos
pequeños detalles, sólo nos queda sentarnos y contemplar como el
mundo se pone a nuestros pies, haciéndonos inmensamente ricos . Pero
hay algo que no podemos controlar: los ciudadanos. Ellos no nos deben
nada, no tienen porque temernos, y puede llegar el momento en que se
cansen de todo esto, salgan a las calles y no paren hasta que
recuperen el control de su vidas. Ya lo han hecho en algunos lugares.
Tanto es así que en Islandia, algún sinvergüenza como nosotros
está encerrado en la cárcel. Pero el ejemplo no ha cundido. Tenemos
la inmensa fortuna de vivir estos tiempos en que la sociedad está
dormida. Y para cuando despierte, si es que pasa alguna vez, ya
habrá muy poco que hacer.
@Elfara_chico
Twittear
cuidadín que estáis muy cerca de la City londinense......Comparto el artículo en mi facebook....Muy bien explicado.....muy bien aclarado
ResponderEliminar