En el artículo de la semana pasada explicábamos el origen
del dinero, desde el trueque hasta el sistema financiero actual, y
demostrábamos como crean los bancos comerciales dinero desde la nada, debido a
los beneficios que disfrutan por su condición. También comentamos por qué y
cómo se generan los intereses, y hoy veremos las nefastas consecuencias que
todo este “fraude” ha tenido en la vida cotidiana de los ciudadanos.
Como sabemos, pues lo llevamos escuchando cada día desde que
comenzó la crisis, los “mercados” no confían en que España sea totalmente
solvente a la hora de devolver la deuda que genera y, por tanto, para
concederle créditos a nuestro país nos exigen pagar unos intereses muchos más
altos que a otros estados. Concretamente, en estos momentos nos exigen más o
menos el 5,5% o 6% para los bonos a
diez años (hemos llegado a pagar el 7%). Mientras tanto, otros países de la
zona euro como Alemania pagan alrededor del 1%. Como sabemos, la diferencia
entre la rentabilidad del bono alemán y del español es familiarmente conocida
como “prima de riesgo” (por ejemplo, si nosotros pagamos intereses al 7% y
Alemania al 1%, la prima de riesgo se sitúa en 600 puntos, es decir, un 6% de
diferencia).
La pregunta que cabe hacerse en este punto es, ¿por qué España
paga unos intereses tan altos y, en cambio, a otros países con una deuda
pública y un déficit muy superior al nuestro, como Japón o Reino Unido, se les
exigen unos intereses muchos más bajos? La respuesta es sencilla: estos países
disponen de un Banco Central que dirige la política económica y se encarga de
emitir dinero y comprar deuda pública (es decir, prestarle dinero al Estado) a
unos intereses muy bajos. De esta manera están pudiendo cubrir el déficit
generado por la crisis financiera a un coste muy por debajo del de muchos
países de la zona euro.
Rápidamente nos puede surgir otra cuestión, ¿por qué no hace
esto nuestro Banco Central? Cuando España se adhirió al euro, renunció a
gestionar su política monetaria y, con ello, a cualquier posibilidad de emitir
dinero con el que financiar el déficit. Toda la soberanía recayó entonces sobre
el Banco Central Europeo, y aquí está uno de los mayores problemas. El BCE se
fundó como un banco independiente (lo cual no se cumple), cuya misión principal
consiste en mantener la estabilidad de precios, es decir, controlar la
inflación (por encima de otros objetivos como el crecimiento o la creación de
empleo). Por ello tiene prohibido prestarle dinero directamente a los estados miembros,
de manera que ningún país de la zona euros puede financiarse directamente a
través de su Banco Central, como si hacen otros.
Las razones que se esgrimieron para, a la hora de fundar el
BCE, hacerlo en estos términos son, a mi parecer, totalmente discutibles. Los
economistas favorables a la independencia del BCE exponen que las decisiones
económicas deben responder a criterios técnicos, y no a los intereses
particulares de los dirigentes políticos. Pues bien, se está dando por sentado
de antemano la incompetencia y la mala fe de la clase política y, además, se
habla de un banco independiente cuando lo correcto sería decir independiente de
los estados, puesto que es totalmente dependiente de los grandes grupos de
influencia de la banca internacional (basta con el ejemplo del máximo dirigente
del BCE, que llegó a este puesto tras vice-presidir Goldman Sach cuando este
banco de inversión norteamericano ayudó a Grecia a ocultar su verdadero déficit
a la UE).
Pero vayamos a lo práctico, ¿cuáles son las consecuencias
que sufrimos por renunciar a manejar nuestra política monetaria y dejarlo todo
en manos del BCE? Como hemos dicho, al no poder financiarse los estados directamente a través del BCE, deben emitir deuda que es comprada por los
“mercados”. Aquí, cada cual se las apaña como puede, y algunos países como
España han llegado a pagar el 7% por financiarse. En cambio, el BCE sí puede
financiar directamente a los bancos comerciales que, finalmente, son los que
compran la deuda de los países. Y, ¿a qué tipos de interés toman prestado
dinero los bancos comerciales? En los últimos tiempos, alrededor del 1%.
Esto es tan crudo como suena. El BCE da dinero a los bancos
comerciales al 1% que, a su vez, dan dinero a los Estados a un interés mayor.
En el caso de países como España, Italia o Portugal (de Grecia ya ni hablamos),
mucho mayor. Nuestro país, en caso de recibir financiación directa en lugar de
tener que pedir dinero a los “mercados” estaría pagando alrededor de un 5%
menos de tipo de interés. Esto, cuando estamos hablando de alrededor de 40.000
millones de euros al año destinados exclusivamente al pago de intereses por
parte del Estado (por si hay dudas, lo pagamos todos nosotros con nuestros
impuestos) da muestra de quiénes manejan el cotarro.
De esta manera, entramos en un círculo vicioso del que es
muy difícil salir: España gasta más de lo que ingresa, por lo tanto pide
dinero; los mercados le prestan ese dinero a cambio de tipos de intereses muy
altos, puesto que no se fían mucho de nosotros; al pagar tantos intereses los
gastos del Estado aumentan, por lo que hay que hacer recortes; estos recortes
provocan, de diferentes maneras, un descenso de los ingresos y aumento de los
gastos, así que España debe volver a pedir dinero; como los “mercados” se fían
menos aún, nos piden más intereses, así que el gasto sigue aumentando; y, de
esta manera, la rueda sigue y sigue girando hasta no sabemos cuando.
Para concretar un poco más, veamos las cifras que avalan lo
que os cuento.
En este primer gráfico vemos, en las barras azules, el
déficit o superávit (diferencia entre lo que el Estado ingresa y lo que gasta)
español durante los últimos 25 años. La línea roja muestra la deuda que se ha
ido acumulando durante todo este tiempo. Ambas magnitudes están expresadas en
tantos por ciento con respecto al PIB. Como vemos, sólo se ingresó más dinero
del que se gastó durante el ciclo 2005-2007 (con Gobierno socialista, creo
recordar).
Este segundo gráfico expresa exactamente lo mismo, con una
“pequeña” diferencia: no se añade el gasto dedicado al pago de intereses durante
estos 25 años.
Está claro que las diferencias son abismales, hasta tal
punto que, sin contar el gasto financiero que supone el pago de intereses, la
deuda pública de España pasaría de cerca del 90% respecto al PIB a poco más de
un 10%. Estamos hablando de deber algo más de 100.000 millones euros en lugar
de casi un billón. Y si bien, financiarse absolutamente a coste cero a través
del BCE es un poco utópico, combinar este tipo de financiación con la privada
ahorraría muchísimo dinero a las arcas del Estado.
Y ahorrar mucho dinero va más allá de la prima de riesgo
(que descendería bastante, por otro lado), de los objetivos del BCE o del
déficit público. Ese dinero supondría no tener que realizar recortes en
Educación o en Sanidad; supondría no quitarle la paga extra a los funcionarios,
no bajar la prestación por desempleo o no congelar las pensiones; entre otras
cosas, supondría poder evitar muchos de los desahucios que se producen cada
día, y las catástrofes personales que suponen (aunque parezca populismo, es la
cruda realidad). En fin, un asunto más que nos lleva a la misma conclusión que
muchos otros: hace demasiado tiempo que dejamos el destino de toda la sociedad
en manos de unos pocos, que siguen enriqueciéndose a cambio del sufrimiento de
muchos, y nadie está dispuesto a cambiarlo. Al menos no los que podrían
hacerlo, que son esos que votamos de vez en cuando para que se preocupen por
nosotros. Quizás, aunque sea triste, tengamos lo que nos merezcamos.
@Elfara_chico
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